Los orígenes de Amalfi están envueltos en la leyenda. De hecho, son muchos los mitos sobre la fundación de la ciudad, pero todos tienen en común el origen romano. A demostración de esto hay también restos arqueológicos de época imperial.
El nombre Amalfi es de segura derivación latina: podría derivar de Melfi, un pueblo marítimo lucano abandonado por unos prófugos romanos en el siglo IV d.C, o podría ser el apellido de una gens romana del siglo I d.C. (Amarfia).
La ciudad tenía una relación privilegiada con Bizancio debida a la habilidad de los amalfitanos en el comercio marítimo. Hoy en día se sabe por cierto que fueron los primeros en inventar la brújula como herramienta de orientación en el mar y en difundir su uso en todo el Mediterráneo. Sus habilidades marineras y las grandes capacidades diplomáticas permitieron a los amalfitanos navegar por todo el Mediterráneo estableciendo relaciones comerciales y pacíficas con todos los pueblos cercanos, incluso con los sarracenos. El primer obispo fue designado en Amalfi en 596 d.C.
El uno de septiembre de 839 Amalfi se declaró independiente del ducado de Nápoles convirtiéndose en un estado autónomo, y por más de dos siglos logró contrastar a los longobardos.
Las familias nobles de Nápoles anualmente elegían a un conte para las labores de gobierno, y luego nombraban a un duque. En este período las fronteras de Amalfi comprendían: Cetara; Positano; la isla de Capri; el archipiélago de Li Galli; y en la zona interior los territorios se extendían hasta Gragnano, en la provincia de Nápoles.
Ese fue el momento de máxima expansión territorial, cuando empezaron también las complicadas relaciones diplomáticas y las rivalidades con Pisa.
Amalfi emitía su propia moneda, el tarí. Aquella era famosa por ser un lugar cosmopolita. Se remonta a este período el código de derecho marítimo conocido como tablas amalfitanas.
En el 1039 Guaimario IV, príncipe de Salerno, logró someter Amalfi, aunque por poco tiempo; luego, Roberto Guiscardo, que en ese periodo estuvo conquistando todo el sur de Italia, tomó el lugar del último duque Marino Sebaste. Contra el Guiscardo se formó una liga liderada por el Papa. Los pisanos, en 1135, aprovecharon del momento difícil para atacar la ciudad y saquear toda la costa. A partir de este momento Amalfi vio empezar un período de decadencia, a causa también de la política de los normandos (los cuales tomaron el poder en 1131) que no favorecía las relaciones con los musulmanes y los bizantinos, interrumpiendo así los vínculos con el Oriente.
Amalfi durante todo el Medioevo tuvo una numerosa y potente flota. Fue famoso el acontecimiento de Ostia (849) cuando las naves de Amalfi contribuyeron de manera importante a salvar Roma de un ataque de una flota musulmana. En el 1398 la ciudad fue un feudo de los Sanseverino, después de los Colonna, luego de los Orsini y, por último, de los Piccolomini.
En el siglo XV con la dominación aragonesa, los mercantes catalanes compitieron con la flota de Amalfi. Después de los gloriosos siglos medievales, la historia de la ciudad fue caracterizada por una fuerte caída demográfica y por incursiones de los piratas. En el 1643 una terrible pestilencia hizo morir casi un tercio de la población costera. En el 700 Amalfi era cada vez más y más pobre y prácticamente deshabitada.
En el mismo tiempo nacieron actividades artesanales de antigua tradición pero para un comercio moderno, como el trabajo hecho por: los orfebres; los herreros; los coraleros; los constructores de clavos. En junio de 1807 José Bonaparte tanto apreció la belleza de la ciudad que decidió hacer una carretera grande para facilitar el viaje desde Nápoles a Amalfi.
Solo con Fernando II se inauguró la carretera en 1854. La ciudad se transformó en una localidad turística en los años 60 del siglo XX cuando actores, artistas y directores de cine pasaban los veranos entre Capri y Amalfi.
En esta espléndida fusión entre arte y naturaleza nacieron grandes amores y obras de arte.
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